Los influencers no quieren tu plata: cómo cambia el negocio en las redes sociales

Estrellas del mundo online rechazan donaciones de sus seguidores. ¿Hacia dónde muta esta industria inestable?

¿Los influencers cambian su política? ¿Ya no quieren más plata de los usuarios?

Para ser una estrella y saborear las mieles de la popularidad ya no es requisito aparecer en la pantalla grande, tampoco en la chica, ganar elecciones, publicar un best seller o figurar en la tapa de las revistas. Sin ahondar ahora en un debate cualitativo, las redes sociales democratizaron la fama. Y también inauguraron nuevos boliches. Muchísimos.

Tal como contaron recientemente en Business Insider, ni siquiera es necesario tener millones de seguidores para ganar dinero como influencer. En este negocio prolífico aunque inestable surgieron términos como “microinfluencers”, una tribu de usuarios con cierta influencia, aunque por debajo de los 100.000 seguidores. Por ejemplo en Instagram, ellos consiguen ganancias de muchísimos dólares mensuales gracias al vínculo con marcas y el famoso contenido patrocinado.

Ocurre que después del primer boom de la influencia en el mundo digital, cuando todos perseguían casi a ciegas a las estrellas seguidas por hordas que se cuentan en millones; los anunciantes comenzaron a husmear universos más íntimos. Al parecer, un microinfluencer tiene una llegada más auténtica en su audiencia (eso que llaman «engadgment), es más dedicado y creativo, y además su caché es más accesible en relación al de una superestrella.

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En un sector con tarifarios que suben y bajan de acuerdo a variables como la exclusividad o el tipo de contenido que se publique, muchos influencers pagan el puchero con dinero que no proviene de empresas sino de usuarios. Las donaciones (más frecuentes en plataformas de streaming como Twitch, que en otros mostradores como Instagram) son moneda corriente, aunque ese mecenazgo comienza a declinar. ¿Se avecinan cambios de base en el negocio de las redes sociales? ¿Por qué alguien rechazaría la posibilidad de ensanchar sus arcas?

No quiero tu plata

Cuando contamos que Imane Anys, una streamer de videojuegos conocida en las redes como “Pokimane”, pidió a sus followers que dejen de enviarle grandes sumas de dinero, nos preguntamos si la mesura es posible entre los influencers. La marroquí de 24 años estableció en Twitch, donde tiene más de 6 millones de seguidores, un límite de 5 dólares por cada donación.

Ella usualmente juega títulos como Fortnite: Battle Royale y League of Legends, y los seguidores pagan por ver en directo sus habilidades. Twitch también permite ser espectador sin poner un centavo, pero las donaciones son un modo de incentivar al streamer y además obtener ciertos beneficios como seguidor. ¿Por qué “Pokimane” las rechaza?

Anys publicó un mensaje en Twitter donde explicó su decisión, señalando que prefiere que su audiencia envíe dinero a otros creadores de contenido que necesitan más dinero que ella. Tal como comentaron en Polygon, aquel es un gesto elegante que va en contra de las formas en que muchos influencers parecen funcionar.

“Incluso cuando a veces la gente me dona 20 dólares, me siento culpable”, dijo la joven durante una transmisión. “Cuando donan aún más, siento que tienen una cierta expectativa, me siento tan mal. Siento que no puedo cumplir con sus expectativas”, añadió al dar cuenta de una tendencia que ella parece iniciar y que podrían imitar otros influencers de gran fama.

En el detrás de escena aparecen algunos hechos de insoslayable mención. Para comenzar, a principios de este año la marroquí selló un acuerdo de varios años con Twitch. Si bien no se informaron detalles del vínculo, la relación supone un caudaloso ingreso para la streamer. Además, en una de sus transmisiones la joven gamer dijo que el mejor apoyo es que haya muchos espectadores en sus videos en vivo, que por cierto cuentan con patrocinios.

En su mensaje en Twitter aparecieron aplausos de sus fieles seguidores. “Siempre subiendo la vara”, dijo uno. Pero lo cierto es que el caso de “Pokimane” no es el único: más influencers se suman a la voluntad de no pedir dinero a los usuarios, sino exprimir a las empresas.

Una tendencia que se expande
El año pasado, el popular streamer Disguised Toast anunció que no aceptaría más donaciones. “Siempre me siento mal cuando termino la transmisión y me doy cuenta de que no agradecí la donación de alguien porque me concentré demasiado en el juego”, dijo el muchacho y añadió un poco en broma, un poco en serio. “Dale tu plata a una organización benéfica, o a un streamer más pequeño. ¡Yo ya soy rico!”.

Luego de algunos escándalos y amenazas de retiro, el popularísimo youtuber PiewDiePie también decidió rechazar las donaciones en sus transmisiones. Felix Kjellberg, así dice su documento de identidad, calificó esa metodología como extraña y (muy marketinero, huelga decir) subió un video en el que donó plata a muchos streamers de Twitch.

“Fue cuando hice mi donación que me di cuenta de lo extraño que es donar dinero a las personas. Si alguien me diera ese dinero en la calle, yo diría: ‘¡qué carajo, no!’. Pero por alguna razón estoy pidiéndoles que me paguen. No lo entiendo, simplemente no tiene sentido”, dijo PewDiePie.

“No estoy juzgando a otras personas que lo hacen, solamente digo desde mi perspectiva que no tiene sentido. Entonces, no lo acepto. No creo que lo necesite”, cerró.

El muchacho tiene casi 110 millones de suscriptores en YouTube y es uno de los más reconocidos, sino el más. Fue el primer creador individual de contenido en alcanzar los 100 millones de suscriptores, y se encuentra entre los youtubers mejor pagados. De hecho, luego de algunos enfrentamientos con Google, patrón de aquella plataforma, por comentarios racistas (se disculpó, más tarde); PewDiePie firmó en marzo de este año un contrato con YouTube de varios millones de dólares.

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Tal como cuentan en el sitio Win, se estima que el patrimonio de esta estrella de Internet está entre los 30 millones y los 50 millones de dólares. Así es más fácil rechazar ingresos aunque, más allá de la opulencia, su decisión y la de otros streamers parece avanzar hacia una misma dirección: no quitarle dinero a los usuarios (que a fin de cuentas son una moneda de cambio), sino aprovechar la buena voluntad de las grandes marcas dispuestas a ofrecerles vidas de lujo a cambio de promocionar sus productos, a veces solapadamente.

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