El fenómeno climático que afecta a La Pampa y también a otras zonas productivas, permiten estimar pérdidas de hasta 4.350 millones de dólares, según lo estableció la CRA -Confederación Rural Argentina-.
En el sector agropecuario ya no quedan dudas que la actual sequía que está afectando a las principales regiones productivas del país es de las peores en los últimos 70 años, comparable incluso con la registrada en 2009 que generó quebrantos masivos.
En los últimos días empezaron a sonar alarmas sobre las quiebras que generará la falta de lluvias entre los productores. Dichas quiebras impactarán en la cadena de pagos del agro y, consecuentemente, en los pueblos del interior que viven del sector. Los que si ganan cada vez más son los usureros que operan en muchas localidades de La Pampa cambiando cheques con intereses impagables, pero a los que muchos productores deben recurrir ante la falta de crédito para afrontar los pagos de insumos, personal, combustibles y otros gastos que se les originaron al sembrar lo que debía ser la cosecha gruesa y hoy es dinero enterrado que no podrán recuperar.
Los cálculos sobre los daños económicos que han hecho diferentes entidades varían, la CRA estima que se perderán un total de u$s 4.350 millones, mientras que el Movimiento CREA proyectó las pérdidas en u$s 2.150 millones.
La sequía impacta en La Pampa, muy fuerte en algunos departamentos y menos en otros, pero es un gran problema, ya que las lluvias han sido escasas y dispersas.
Lo cierto es que en un informe para el portal especializado La Política On Line, la consultora Agritrend planteó que el Estado recaudará u$s 600 millones menos en concepto de retenciones y el ingreso de divisas caerá u$s 3.000 millones en funciones de las previsiones al inicio de la campaña.
El primero en encender la mecha fue el consultor económico Salvador Di Stefano: «La cadena de negocios ligados al campo está en severos problemas, con muchos quebrantos. Los gobiernos provinciales verán caer sus recaudaciones», advirtió.
Y enseguida Di Stefano continuó: «Tenemos una desgracia climática y las cantidades cosechadas en el año 2018 serán mucho menores a la de los años anteriores. Esto implicaría que el PBI no puede crecer más del 2,5% anual con mucha suerte».
«Los productores no pagarán el Inmobiliario ya que primero tratarán de recomponer el capital de trabajo para volver a sembrar. Para la próxima campaña no hay un buen perfil de agua en los suelos y tampoco habrá buena calidad de semillas», concluyó.
También Federación Agraria (FAA) alertó por esta situación: «El endeudamiento de los productores con las cooperativas creció un 20% en un año y ya tenemos vendido el 85% de la cosecha, antes de levantarla, por falta de financiamiento y suba de costos».
La entidad que preside el santafesino Omar Príncipe volvió a reclamar que se actualice el Fondo de Emergencia Agropecuaria que está planchado en $ 500 millones desde 2009. «Hay que crear un Seguro Multirriesgo para compensar las pérdidas», señalaron. Una de las estimaciones más alarmantes del mercado es la que planteó la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR). La entidad rosarina proyectó la cosecha de soja en 46 millones toneladas y la de maíz en apenas 35 millones de toneladas.
Como sea, el mercado tomó nota del desastre productivo en nuestro país producto de la sequía. En Chicago (CBOT) la soja superó los u$s 380 por tonelada y va camino, tal como adelantó este medio, a los u$s 400 en línea con la menor cosecha argentina.
En la zona de Rosario (Up River), este martes la oferta de compra disponible por la soja fue de $ 6.200 por tonelada y u$s 290 por tonelada con entrega en mayo, al tiempo que en el Mercado a Término (Rofex) el contrato al mes cinco cerró a u$s 298 por tonelada.
Para tener una idea del impacto de la sequía, las lluvias en el trimestre noviembre/enero fueron entre 100 y hasta 300 milímetros menores a los índices normales generando condiciones «moderadas a extremadamente secas», según un reciente informe de CREA.
Por tal motivo, respecto a lo planificado al inicio de la campaña, se terminaron sembrando unas 150.000 hectáreas menos en todo el país, generando también un impacto negativo, por encarecimiento de costos, en la producción de carne y leche.