El modelo actual es un populismo de clase alta

Las medidas económicas que toma el Gobierno en materia de tarifas, precios y salarios, además de la política monetaria que sigue el Banco Central, permiten afirmar que nos encontramos ante un modelo macro de economía abierta, altas tasas de interés y fuerte retraso en el precio del dólar

Esta película ya la vimos algunas veces en el pasado, con un mundo financiero internacional y local aplaudiendo las medidas económicas que se vienen adoptando, la Bolsa que sigue en auge; se habla de primavera económica, se vierten proyecciones optimistas sobre el futuro del país y llegan expertos financieros del exterior alabando lo que está haciendo el Banco Central. En fin, se está ante un escenario macro que hace recordar a la tablita de Alfredo Martínez de Hoz y la convertibilidad de Domingo Cavallo, que todos sabemos cómo terminaron.

En efecto, hoy se dan de manera simultánea un dólar estable o con muy pocas variaciones, un fuerte endeudamiento con el exterior, una economía abierta con libre entrada y salida de capitales financieros, altas tasas de interés, alzas porcentuales de tarifas y precios por arriba de los aumentos salariales, gran expansión monetaria y fuerte déficit fiscal.

Así como el modelo de populismo económico de clase trabajadora implica una gran transferencia de ingresos a favor de los asalariados y en desmedro de los sectores no asalariados, el modelo de clase alta implica exactamente lo contrario, porque genera una redistribución marcada de los sectores asalariados en beneficio de los sectores de altos ingresos, que no son asalariados.

Como el Gobierno de Mauricio Macri sigue sin tener un plan económico global, no puede hablarse con propiedad de que esté aplicando un modelo macro determinado, pero las medidas económicas que toma en materia de tarifas, precios y salarios, además de la política monetaria que sigue el Banco Central, permiten afirmar que nos encontramos ante un modelo macro de economía abierta, altas tasas de interés y fuerte retraso en el precio del dólar.

Este esquema puede calificarse, sin pérdida de rigor intelectual, como propio de un modelo financiero que beneficia a los capitales especulativos que están logrando altas tasas de interés, a los bancos del exterior que pueden cobrar tasas elevadas que no logran en sus mercados. Beneficia a los ahorristas bancarios, a los bancos que perciben elevados intereses subscribiendo Lebacs, y que cobran tasas altísimas por sus préstamos a las economías.

 

Este populismo de clase alta también beneficia a las empresas concesionarias de servicios públicos, a los sectores empresarios con capacidad de fijar aumentos adelantados de precios y a los sectores de altos ingresos que pueden comprar artículos de lujo a precios atractivos y viajar al exterior en forma masiva gracias al dólar bajo.

Esta sucesión de hechos genera una formidable transferencia de ingresos de los sectores asalariados en favor de los sectores de mayor poder adquisitivo, ya que los salarios se ajustan por año o, en el mejor de los casos, se indexan cada seis meses, mientras que los precios pueden variar en plazos mucho más cortos, incluso de manera semanal.

A esto cabe agregar que los ajustes de tarifas de los servicios públicos básicos como energía, ferrocarriles, subterráneos, colectivos, implican porcentajes de tal magnitud que golpean con toda su fuerza sobre la capacidad de compra de los salarios y las jubilaciones.

El modelo financiero que hoy está aplicando el Gobierno de Mauricio Macri tiene la capacidad de castigar la demanda interna proveniente de la capacidad de compra de los salarios, por lo que, de manera ineluctable, también deteriora el nivel de ocupación y las posibilidades de encontrar empleo para las nuevas generaciones. Las pymes en este esquema sufren un profundo deterioro, por lo que el destino de muchas de ellas es simplemente desaparecer.

Este modelo financiero o de populismo económico de clase alta no es sustentable cuando comienza a subir el costo internacional del dinero. El modelo financiero de economía abierta y dólar subvaluado termina siempre en una aguda crisis externa más tarde o más temprano, porque sus contradicciones internas son tan severas que nadie puede impedir ese desenlace.

 

Fuente: Infobae. Por Heriberto Deibe

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