No es entonces que Macri copie a Cavallo, sino que hay algo que demuestra que, ni en economía cerrada ni en economía abierta, los gobernantes del país han sido dirigidos por la meta central de hacer de Argentina una nación altamente industrializada
Es una manifestación preocupante, si se tiene presente cómo terminó la convertibilidad, cómo se generaron el corralito y el corralón, cómo tuvo que irse del gobierno Fernando de la Rúa y el propio Domingo Cavallo, cómo vino la pesificación asimétrica de tan tristes recuerdos para millones de argentinos, y cómo este conjunto de factores abrió la senda del poder para la pareja destructiva de los Kirchner, en virtud del gran regalo que les hizo Eduardo Duhalde después de haber renunciado a la presidencia sin ningún fundamento serio.
Ahora bien, ¿es verdad lo que dice el ex ministro de Economía? Es cierto que hay similitudes significativas entre los dos esquemas económicos, como el fuerte retraso del dólar, la apertura importadora y financiera, y el gran endeudamiento externo; trilogía que siempre ha creado las condiciones para una severa crisis de la balanza de pagos.
También hay diferencias: como la llegada masiva de capitales extranjeros para comprar empresas estatales privatizadas, la extraordinaria estabilidad monetaria que existió durante una década y la vigencia de una paridad fija peso-dólar que terminó con las expectativas inflacionarias que la sociedad venía soportando desde febrero de 1989 hasta abril del 1991: primero, la hiperinflación de Raúl Alfonsín, y luego la de Carlos Menem a partir del fracaso del Plan Bunge y Born. Con Mauricio Macri, rige la flotación cambiaria, hay muy pocas inversiones directas de capital extranjero, no se han dado privatizaciones importantes y la inflación sigue siendo una constante, por lo que se mantiene una mentalidad colectiva de futuros aumentos de precios.
Domingo Cavallo consiguió la aprobación de la sociedad por haber logrado la desaparición de la inflación, que es una tremenda tortura diaria, porque los compradores ven cómo aumentan las cosas mientras sus ingresos suben menos y con mucho retraso. El ex ministro gozaba de gran popularidad también entre la gente en general y no, como se dice hoy, sólo entre los medios de altos ingresos.
Pero la convertibilidad, al establecer por ley una paridad fija uno a uno entre el peso y dólar, implicó un error estratégico de tal dimensión que la condenaba al fracaso desde su mismo inicio, no importa qué medidas positivas se adoptaran con posterioridad. El uno a uno fue, finalmente, una falsificación enorme de la realidad de las economías de Argentina y de los Estados Unidos.
En su libro Volver a Crecer, Cavallo esgrimió la tesis central de que lo que necesitaba Argentina no eran dólares financieros, o sea, endeudamiento externo, sino dólares comerciales generados por un fuerte modelo exportador que lograra un superávit durable del comercio exterior en particular. El desarrollo de una gran potencia exportadora es la premisa estratégica para obtener un proceso de industrialización de bases sustentables.
¿Por qué Argentina ha visto frustrada una y otra vez la concreción de un proyecto industrial que durase las décadas necesarias para que el país se convirtiese en una potencia manufacturera de rango internacional? Esa pregunta se contesta con una sola respuesta: porque las reiteradas crisis de la balanza de pagos del país hicieron colapsar las bases macroeconómicas de la industrialización. ¿Por qué se destruyeron esas bases?
Porque, cuando hay una economía cerrada, alta inflación interna y dólar con fuerte retraso, es imposible que se genere un desarrollo de exportaciones de manufacturas de gran alcance, ya que se pierde de manera gradual pero sistemática la capacidad de la industria nacional de exportar sus productos, con lo cual ninguna industria puede lograr la dimensión de escala que exige la tecnología moderna para ser competitiva en el plano internacional.
Algo semejante sucede cuando hay economía abierta, inflación interna, fuerte endeudamiento externo y flotación cambiaria, todo combinado con altas tasas de interés, lo que genera un proceso sistemático de revaluación del peso y subvaluación del dólar, o sea, se reproduce el famoso dicho de la plata dulce, que más bien habría que llamar «dólar dulce», porque cada día es más barato, por lo que el país es cada día más caro en dólares.
No es entonces que Macri copie a Cavallo, sino que hay algo que demuestra que, ni en economía cerrada ni en economía abierta, los gobernantes del país han sido dirigidos por la meta central de hacer de Argentina una nación altamente industrializada, déficit de pensamiento estratégico que ha sido decisivo para la frustración industrial argentina, de la cual no sólo es responsable la dirigencia política, sino los propios industriales, que nunca han pensado como estadistas, con la responsabilidad de ser protagonistas intelectuales de un gran proceso de industrialización de Argentina.
Fuente: Infobae
Por Heriberto Deibe
18 de octubre de 2017